Factores de Calidad

Castilla-La Mancha es una región afortunada

Cuenta con un terreno apropiado, un clima beneficioso y una gran diversidad en variedades de uva, con una gran tradición en viticultura y vinicultura. Esto garantiza el óptimo crecimiento de nuestras vides, lo que provoca el crecimiento de nuestra industria y de la calidad de vida de nuestra región.

La variedad de la vid, junto al clima y el suelo, determinan la calidad del fruto y tienen una incidencia directa sobre el sabor, color y aroma del vino posterior. Estos factores, unidos a los conocimientos en la forma de elaboración, imprimen las características definitivas del vino. Por eso es tan importante contar con unos factores medioambientales adecuados para la producción de vino.

Los viñedos de Castilla-La Mancha se asientan sobre una gran llanura con suelos sueltos y sanos, de clara vocación vitícola. De composición arcillosa-caliza, su naturaleza litológica es variable según el área de procedencia de los mismos, factor que favorece su propia diversidad y la de sus aprovechamientos agrícolas.

Aunque es una zona meridional, compensa su latitud con una altitud que supera los 600 metros sobre el nivel del mar y, en algunas zonas, ronda los 900 y hasta los 1000 metros; en consecuencia, su clima es adecuado para la obtención de vinos de alta calidad: un clima mediterráneo con degradación continental, estaciones marcadas e importantes contrastes térmicos (diarios y estacionales), circunstancia muy favorable para la producción de aromas.

La escasez de lluvias se compensa con unos abundantes acuíferos subterráneos y con la reconversión actual de buena parte de las viñas, incluso con nuevas plantaciones, con la introducción de sistemas de riego por goteo y sistemas de conducción en espaldera, que permiten, entre otras cosas, la vendimia mecanizada y la racionalización de otras labores.

La luminosidad, un factor fundamental en los fenómenos fisiológicos de la vid, es absolutamente favorable en esta región. Si los viñedos españoles reciben, en términos generales, más de 2500 horas de luz, los de Castilla-La Mancha obtienen unas mil más, circunstancia que algunos han definido como «viticultura de la luz«.